“La violencia en la actualidad, ¿Cuánto falta para la paz?”
DOCTORADO EN CIENCIAS DEL DESARROLLO HUMANO
- UNADIS – UNIVA -
- SER SOCIAL, GRUPOS E INSTITUCIONES -
ACTIVIDAD 2
Ensayo: “La violencia en la actualidad, ¿Cuánto falta para la paz?”
Basado en la lectura del tema en: “La tabla rasa” de Steven Pinker
Facilitador: Dr. Luis César Torres Nabel
Alumno: MDOH José Guillermo Rubio Rangel
Fecha: 30 de octubre de 2019
Basado en la lectura del tema en: “La tabla rasa” de Steven Pinker
Introducción
La violencia destroza vidas. En todo el mundo, casi medio millón de personas son asesinadas cada año. Aparte de estas defunciones, millones de niños, mujeres y hombres sufren las importantes consecuencias de la violencia en sus hogares, escuelas y comunidades.
Un reconocimiento sincero de que el prejuicio, la guerra y la explotación han sido la expresión de etapas de inmadurez de un vasto proceso histórico, y que la humanidad experimenta hoy el inevitable tumulto que indica la llegada colectiva a la madurez, no es razón para desesperarse, sino un requisito previo para emprender la formidable tarea de construir un mundo pacífico.
En estos momentos en los que el logro de la paz se hace cada día más apremiante, cuando la desesperanza se va apoderando de la conciencia de cada uno de los habitantes del planeta, cuando todos los intentos por alcanzarla parecen revelarse como inoperantes surge la pregunta de qué hace falta o qué acontecimientos se deben presentar para llegar a la anhelada pacificación de los pueblos.
Sea cual fuere el sufrimiento y la confusión que nos deparen los próximos años, así como la oscuridad de las circunstancias inmediatas, la humanidad puede enfrentarse a esta prueba suprema con confianza en el resultado final.
Lejos de ser indicios del fin de la civilización, los cambios convulsivos hacia los cuales la humanidad se precipita cada vez más rápidamente servirán para desencadenar las "potencialidades inherentes a la posición del hombre" y para revelar "la medida plena de su destino en el mundo y la excelencia innata de su realidad". Algunas personas se encuentran a favor de la violencia y otras en su contra, desde diferentes puntos de vista algunos comentan que la violencia engendra más violencia, así otros justifican su uso en el modo de defensa propia. Todas estas opiniones logradas después de la publicación en redes sociales de una infografía sobre la violencia y su justificación como medio de subsistencia.
La publicación por medio de la infografía en Twitter y Facebook, logró mover las fibras más sensibles de muchas personas y opinar abiertamente sobre esta pregunta lanzada al ciberespacio.
Palabras clave: Violencia, Desarrollo y Paz.
Conceptos teórico-metodológicos de referencia
Pese a que efectivamente no existe una definición de violencia ampliamente aceptada por los estudiosos, podemos encontrar algunas que han ofrecido un cierto consenso. Particularmente se encuentra en esta línea aquella que destaca el uso de la fuerza para causar daño a alguien.
Elsa Blair cita algunas de estas definiciones. Retomo tres para iniciar el ensayo. La primera la toma del investigador francés Jean Claude Chesnais, quien dice: “La violencia en sentido estricto, la única violencia medible e incontestable es la violencia física. Es el ataque directo, corporal contra las personas. Ella reviste un triple carácter: brutal, exterior y doloroso. Lo que la define es el uso material de la fuerza, la rudeza voluntariamente cometida en detrimento de alguien”. (Trujillo, 2009)
Una segunda definición se encuentra en una cita que la autora realiza de Jean-Marie Domenach: “Yo llamaría violencia al uso de una fuerza abierta o escondida, con el fin de obtener de un individuo o un grupo eso que ellos no quieren consentir libremente”.
La última definición la refiere del investigador Thomas Platt, quien habla de al menos siete acepciones del término violencia, dentro de las cuales la que menciona como más precisa es: “fuerza física empleada para causar daño”.
En estas definiciones encontramos elementos centrales en la de más consenso: el uso de la fuerza por parte de alguien; el daño; recibir dicho daño por una o varias personas; la intencionalidad del daño; el propósito de obligar a la víctima a dar o hacer algo que no quiere.
Steven Pinker, y otros autores como L. H. Keeley, Margo Wilson y Martin Daly o Napoleon Chagnon ya demostraron en su día la falsedad del mito del buen salvaje y la evidencia del declive de la violencia, en palabras del antropólogo Richard Wrangham, de la “domesticación” del ser humano.
Estos autores han aportado números que muestran los porcentajes de homicidios, guerras, actos de terrorismo, abuso infantil y otras formas de violencia en varios períodos de tiempo.
Pero la cobertura masiva de los hechos violentos tiende a enmascarar “las buenas noticias venden menos” que, por regla general, nuestras posibilidades de ser asaltados o asesinados han ido disminuyendo durante siglos.
Incluso en el siglo XX, con sus dos guerras mundiales, las cifras han sido inferiores que en siglos anteriores. Y la segunda mitad del siglo XX ha sido testigo de una carencia de guerras sin precedente entre Estados desarrollados y grandes potencias.
La obsolescencia de las grandes guerras es solo uno de muchos motivos de la disminución de la violencia. Los porcentajes de homicidios en Europa se han dividido al menos por 30 desde la Edad Media: de aproximadamente 40 personas por cada cien mil al año en el siglo XIV a 1.3 al final del XX.
Pinker asegura en su libro que la evolución social ha reducido los incentivos para la agresión y el crimen cambiando las sensibilidades modernas. En mi opinión, se podrían resumir en tres sus motivos fundamentales. Uno, “la consolidación de los gobiernos, como describió Thomas Hobbes en Leviatán (1651), como monopolizadores de la violencia legítima y del arbitraje de las disputas reduciendo la necesidad de la venganza privada”. Otro, el auge del “comercio apacible” que produjo los beneficios mutuos del intercambio. Y el tercero sería una progresiva mejora en la inteligencia y en el pensamiento crítico que da lugar a una ética secular y a la consecución de una mayor “bondad” en las nuevas generaciones en su conjunto.
Aunque Pinker menciona la relevancia en la disminución de las desigualdades económicas, que han sido el predictor más acertado en la variabilidad en las tasas de homicidio en todas partes, algunos autores como Martin Daly consideran que no hace suficiente hincapié en ello. Y también faltan, como resalta Adolf Tobeña, parámetros importantes como los cambios demográficos, la evolución de los saltos tecnológicos, los índices sanitarios, la evolución de flujos comerciales interestatales y locales y, lo que es particularmente importante cuando se trata de violencia y agresividad, las cifras comparativas sobre el incremento de funcionarios dedicados al control de la delincuencia, la evolución de las prisiones y la población reclusa o tecnologías basadas en la prevención del crimen.
Fernando Savater, dice a propósito del avance de esa supuesta “bondad” humana, que habría que profundizar más en datos sobre tipos de violencia como la escolar, el bullying, la violencia doméstica, etc., que ya aporta Pinker pero que merecen mucha más atención.
No cabe duda de que el avance del pensamiento crítico ha cambiado las sensibilidades modernas a base de potenciar esos componentes de la mente humana que Abraham Lincoln llamó “los ángeles buenos de nuestra naturaleza”.
La alfabetización, los viajes y el cosmopolitismo mejoran la empatía y pueden explicar la aversión actual hacia los castigos crueles y los costes humanos de la guerra. Hoy se les enseña a los niños tolerancia y comprensión al otro de forma realmente asumida. No como adoctrinamiento sino como razonamiento dirigido e inteligente.
Hay que tener siempre presente que no somos una tábula rasa y que la naturaleza con todo lo bueno y lo malo es la tierra en la que crecemos.
Cuando, por ejemplo, en la misma escuela, en la universidad, en los medios se estimula la rivalidad intergrupal y el favoritismo con los propios (sea a causa del nacionalismo, la adscripción a un color ideológico, la religión etc.) al servicio de intereses políticos se están facilitando excusas para dar salida a impulsos agresivos cuya expansión puede ser muy gratificante para el animal interior pero que tienen poco de encomiable y mucho de peligroso.
Contexto local
Fue en 2006 cuando Felipe Calderón inició el combate frontal al narcotráfico mediante el despliegue de las fuerzas armadas en diferentes estados del país. Diez días después de haber rendido protesta como presidente, anunció que para evitar que las amenazas a la seguridad pública se convirtieran en una amenaza a la seguridad nacional, 10 mil elementos del Ejército y Armada de México se sumarían a los esfuerzos de la Policía Federal. “Haremos que prevalezca el derecho por encima de la violencia, haremos retroceder a la delincuencia. No permitiremos que los criminales sigan obstruyendo el camino de México a un futuro de mayor prosperidad y desarrollo”, dijo durante la presentación del Operativo Conjunto Michoacán.
Pero los resultados no fueron los esperados. Los grupos criminales crecieron un 900% y la tasa de civiles muertos a causa de la violencia aumentó un 2000%, de acuerdo con estudios del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Al inicio de la llamada guerra contra el narcotráfico en 2007 se tenía registro de 20 organizaciones criminales. Para el final del sexenio de Calderón, ya existían 200 grupos armados.
Durante su campaña presidencial, Enrique Peña Nieto se comprometió a reducir al menos en un 50% la tasa de homicidios y secuestros en el país. Pero las estadísticas no le dieron la razón: tan solo en sus dos primeros meses de gobierno fueron asesinadas 1,758 personas, cifra que superó al total de homicidios del 2012.
Según el INEGI, 2017 fue el año con el nivel más alto de violencia en 21 años, con un promedio de 85 asesinatos diarios. Todo parece indicar que su sexenio pasará a la historia como el más violento. El mismo Peña Nieto aceptó unos meses antes de concluir su mandato que el modo de actuar no fue el correcto: “Hoy reconocemos en el ámbito de la seguridad pública hay mucho por hacer. Sigue siendo todavía uno de los retos mayores, quizá el de mayor necesidad de acometer para que realmente nuestro país alcance condiciones de plena paz y de plena tranquilidad”.
La estrategia de combate directo a los grupos criminales con el despliegue de las Fuerzas Armadas en todo el país y la persecución y captura de los líderes de los cárteles no ha rendido los frutos que se esperaban y solamente ha provocado su fragmentación en organizaciones más pequeñas que se disputan territorios de manera violenta.
El último análisis del Institute for Economics and Peace concluye que “‘La guerra contra las drogas’ no es un objetivo de política pública viable para construir la paz. El incremento continuo de la violencia indica que se requiere una estrategia mucho más amplia, que atienda tanto las causas como los síntomas de la ilegalidad. Una estrategia eficaz tendrá que analizar las múltiples dinámicas detrás de las violencias y la manera en que estas interactúan”.
En su campaña presidencial, Andrés Manuel López Obrador propuso pacificar el país mediante la atención a las causas de la violencia, y no a través de la militarización del país.
Una vez electo, convocó a los Foros de Escucha para Trazar la Ruta de la Pacificación del País y Reconciliación Nacional, que se efectuaron del 7 de agosto al 24 de octubre en diferentes ciudades del país. La mala organización, la falta de medidas de seguridad hacia los participantes, la ausencia de las autoridades y la nula claridad en los objetivos fueron algunos de los motivos por los cuales víctimas, activistas y académicos calificaron al ejercicio como un “desastre”.
Si bien su propósito era recabar ideas para construir en conjunto una agenda de seguridad orientada hacia la construcción de la paz, los foros se convirtieron en encuentros catárticos que no se concretaron en propuestas.
Entre algunas de las conclusiones que rescató el equipo de transición del presidente electo se encuentran la apertura de juzgados especializados en los principios de justicia transicional y justicia restaurativa, el acompañamiento a familiares de las víctimas, una nueva normativa en el uso de armas de fuego y el fortalecimiento de las Fuerzas Armadas.
Además, López Obrador se comprometió con ocho acciones prioritarias para construir la paz en el país, entre ellas fortalecer la formación en derechos humanos en militares, marinos y policías, apoyar la búsqueda de desaparecidos y no usar la fuerza para reprimir a los ciudadanos.
Durante dos sexenios, las formas de violencia se han multiplicado, puesto que el crimen organizado se ha dedicado a la venta de drogas, los homicidios, el secuestro, el robo, la trata de personas, la explotación de recursos naturales y la extorsión.
Junto con esto, ha incrementado la práctica de esconder los cuerpos de las víctimas en terrenos baldíos y minas, pero también de abandonarlos en avenidas transitadas, junto a escuelas y en colonias pobladas.
En septiembre de 2006 se encontró la una fosa clandestina en el estado de Michoacán y desde entonces el país se ha llenado de sitios de inhumaciones clandestinas.
De acuerdo con cifras de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, hasta agosto de 2018 en el país se encontraron 1,307 fosas que albergaban 3,926 cadáveres y 36 mil fragmentos de restos óseos.
Sin embargo, la opacidad en los números de homicidios relacionados con el crimen organizado impide conocer la magnitud del problema, pues como muestra el mapa del proyecto de investigación periodística.
¿A dónde van los desaparecidos?, las cifras de la PGR y de la fiscalía local no coinciden con las de las organizaciones civiles y periodistas que han emprendido búsquedas independientes.
El mapa revela una realidad más cruda en que la de las cifras oficiales: uno de cada siete municipios del país tiene al menos una fosa y Veracruz, Tamaulipas, Chihuahua y Guerrero son los estados donde se han encontrado más fosas y cuerpos.
Una de las principales demandas de los familiares de las víctimas al presidente electo es encontrar a los desaparecidos.
Entre diciembre del 2006 y octubre del 2018, se registraron 37,485 desapariciones en México. No se sabe cuántas de ellas podrían permanecer sin identificar en las fosas.
El incremento de la violencia criminal tiene diferentes causas, como la impunidad, la corrupción, la falta de políticas de prevención del delito, el debilitamiento de las instituciones y la desigualdad, pero el combate directo a los grupos criminales no ha servido para atenderlas.
Para Guillermo Trejo, investigador de la Universidad de Notre Dame, el fortalecimiento de las organizaciones criminales se debe a que han cooptado al Estado, así que propone una cooperación híbrida entre organismos internacionales y una fiscalía autónoma que puedan realizar tareas de contención y de procuración de justicia. Por su parte, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos recomienda al gobierno mexicano retirar gradualmente a las Fuerzas Armadas de las tareas de seguridad pública y capacitar a los policías en materia de derechos humanos, así como cambiar el enfoque de la política de drogas a uno orientado hacia los problemas de salud.
Contexto global
En los países afectados por crisis y conflictos, la violencia puede obstaculizar los esfuerzos de recuperación y desarrollo al agudizar las divisiones sociales, perpetuar el delito y, en algunos casos, hacer que resurja la guerra.
En todo el mundo mueren cada año como consecuencia de la violencia, en todas sus formas (violencia autoinfligida, interpersonal y colectiva), más de 1,3 millones de personas, lo que representa el 2,5% de la mortalidad mundial.
En lo que respecta a las personas de 15 a 44 años, la violencia es la cuarta causa de muerte a escala mundial.
Además, decenas de miles de personas de todo el mundo son víctimas de la violencia no mortal a diario. Entre ellas se encuentran las víctimas de agresiones que sufren lesiones físicas que requieren tratamiento en los departamentos de urgencias y las que sufren otro tipo de maltrato físico, maltrato psicológico o abuso sexual pero que posiblemente no lo ponen en conocimiento de las autoridades sanitarias o de otras autoridades.
La violencia colectiva es la violencia instrumental infligida por grupos más grandes como gobiernos, naciones, milicias y organizaciones terroristas, para alcanzar objetivos políticos, económicos o sociales.
Desde el 2000, han muerto en todo el mundo cerca de 6 millones de personas en actos de violencia interpersonal, lo que implica que el homicidio ha sido una causa de muerte más frecuente que todas las guerras combinadas durante este periodo. La violencia interpersonal no mortal es más común que el homicidio, y tiene graves consecuencias para la salud y consecuencias sociales que perduran de por vida. Además de las lesiones físicas, los efectos de la violencia sobre la salud abarcan las discapacidades, la depresión, los problemas de salud reproductiva y otros problemas de salud física, el tabaquismo, los comportamientos sexuales de alto riesgo y el consumo indebido de alcohol y drogas. Comportamientos que vinculan las experiencias de violencia con las cardiopatías, los accidentes cerebrovasculares, el cáncer, la infección por el VIH/SIDA, así como a un sinnúmero de otras enfermedades crónicas e infecciosas y a la muerte prematura.
La violencia impone una pesada carga a los sistemas de salud y de justicia penal y a los servicios sociales y los servicios de bienestar.
También erosiona el tejido económico de las comunidades, dado que las economías locales se ven afectadas por el absentismo laboral, la disminución de la productividad y la pérdida de capital humano, y se enfrentan a elementos disuasivos que dificultan la inversión y el desarrollo económico. Las consecuencias para la salud y las repercusiones sociales de la violencia también tienen un costo económico para los países, aunque no se conoce exactamente su carga, en particular en los países en desarrollo, donde tienden a infravalorarse las pérdidas y las repercusiones económicas.
Análisis de datos
Los resultados reportados en el informe sobre la situación mundial de la violencia dicen que la mayoría de los países (88%) obtuvieron los datos sobre los homicidios de fuentes policiales. Sin embargo, el 60% de los países no cuentan con datos sobre los homicidios procedentes de fuentes del registro civil que puedan utilizarse, mientras que cerca del 9% de los países indican que no cuentan con datos sobre homicidios procedentes de fuentes policiales o del registro civil.
En ciertas regiones de la OMS, la disponibilidad de datos sobre la violencia mortal es aún más limitada. Por ejemplo, en la Región del Mediterráneo Oriental el 30% de los países refieren la falta de datos sobre homicidios de fuentes policiales, y en las regiones de África y de Asia Sudoriental, el 70-75% de los países señalan la falta de datos sobre homicidios procedentes del registro civil.
Los datos sobre los homicidios también siguen detallándose en muchos países de manera insuficiente para orientar las iniciativas de prevención y respuesta o hacer su seguimiento. Por ejemplo, el 36% de los países indican que no pueden proporcionar un desglose por sexo de los homicidios de sus datos policiales y más de la mitad (54%) no pueden aportar este desglose de los datos de su registro civil.
Además, el 13% de los países (más de un tercio en la Región del Mediterráneo Oriental) refieren que carecen de datos anuales sobre homicidios correspondientes al periodo 2001-2010 para llevar a cabo un seguimiento de las tendencias. No se pidió a los países información sobre la relación entre la víctima y el agresor o sobre las circunstancias de la muerte violenta. Sin embargo, otros estudios han descubierto que pocos sistemas recopilan tal información, lo que dificulta la clasificación de los homicidios por tipo de violencia, por ejemplo, los debidos a maltrato infantil, maltrato de ancianos o violencia de pareja.
Sin datos más detallados, las medidas que están aplicando los países para prevenir el homicidio corren el riesgo de estar escasamente orientadas y de ser menos eficaces de lo que podrían ser. Aproximadamente el 43% de los países que informan sobre la disponibilidad de datos sobre homicidios procedentes de fuentes policiales no usan una definición estándar para clasificar los homicidios por ejemplo, la clasificación internacional de delitos con fines estadísticos del UNODC; en cuanto a los países que notifican los datos de homicidios a partir de fuentes del registro civil, cerca de 14% no están usando una definición estándar por ejemplo, códigos de las causas externas de mortalidad y morbilidad de la CIE.
Los países deben determinar de qué manera pueden reforzar los datos de ambas fuentes y también deben buscar vías para vincular los datos de estas y otras fuentes a fin de brindar información más completa e integral para orientar las iniciativas de prevención.
Aunque la mayoría de los países indican que cuentan con datos sobre la violencia mortal procedentes de fuentes policiales o del registro civil, en lo que respecta a la mayoría de los tipos de violencia, menos de la mitad de los países encuestados refirieron que habían realizado encuestas de prevalencia representativas a escala nacional.
Aunque la violencia de pandillas y la violencia armada son tipos sumamente visibles de violencia, pocos países han recopilado datos sistemáticos para determinar la prevalencia y las características de estos tipos de violencia en el nivel nacional.
Solo el 6% de los países refieren que han llevado a cabo encuestas nacionales sobre la violencia de pandillas y el 11% de los países señalan que han realizado encuestas sobre la violencia armada, incluidos los países donde estudios a pequeña escala indican que hay graves problemas con la violencia de pandillas y la violencia armada. Además, solo el 26% indican que han efectuado encuestas sobre la violencia juvenil, incluidos el 29% de los países de la Región de las Américas y el 43% de los países de la Región de Europa. Estas encuestas, cuando se llevan a cabo, obtienen generalmente datos poblacionales sobre la intimidación, las riñas y la violencia escolar.
Algunos países tampoco tienen datos sobre violencia contra la mujer y se centran en la violencia de pareja, de modo que este tipo de violencia es el que se ha examinado más exhaustivamente, seguido de cerca por las encuestas poblacionales que incluyen la violencia sexual.
Normalmente, los datos sobre la violencia sexual y de pareja se han recopilado en encuestas específicas o como parte de encuestas demográficas y encuestas de salud o de salud reproductiva.
Cerca de dos tercios de los países de la región de europa y la región de las américas 68% y 67%, respectivamente indicaron que han realizado encuestas sobre la violencia de pareja, en comparación con el 52% de los países en la región de áfrica, el 38% en la región del mediterráneo oriental y el 25% en la región de asia sudoriental.
Aproximadamente la mitad 52% de los países, incluidos muchos de la región de áfrica 67%, y del 25% al 62% de los países de otras regiones de la OMS, refirieron que habían llevado a cabo encuestas nacionales que incluían preguntas sobre la violencia sexual.
Los países indicaron que la violencia sexual era el tipo predominante de violencia examinada en todos los niveles de ingresos del país; el 52% indicaron que habían realizado una encuesta nacional de prevalencia sobre la violencia sexual.
Aunque la proporción de países que notificaron que habían hecho encuestas nacionales sobre diversos tipos de violencia fue sistemáticamente baja en los países de ingresos bajos en relación con los países de ingresos medianos y altos, no ocurrió lo mismo con la violencia sexual.
Fueron más los países de ingresos bajos que refirieron que habían llevado a cabo encuestas poblacionales que incluían preguntas sobre la violencia sexual, en comparación con los países de ingresos altos.
Aproximadamente 4 de cada 10 países 41%, indican que han realizado encuestas nacionales sobre el maltrato infantil, el 60% de los países de la región de europa habían hecho este tipo de encuestas, en comparación con el 43% en la región de las américas, el 33% en la región de áfrica y el 13% en la región de asia sudoriental. Estas diferencias son también evidentes cuando se considera el nivel de ingresos de los países: solo el 14% de los países de ingresos bajos refieren que han efectuado encuestas sobre el maltrato infantil, en comparación con casi la mitad de los países de ingresos altos y de ingresos medianos 47% y 45% respectivamente.
Cerca de 1 de cada 6 países 17%, señalan que han realizado una encuesta sobre el maltrato de los ancianos, el 32% de los países en la región de europa, el 19% de los países de la región de las américas y el 7% -13% de los países de otras regiones, a excepción de la región de asia sudoriental, donde ningún país refirió que hubiera efectuado tales encuestas.
Según se señala en la fuente consultada, el maltrato de los ancianos fue también el tipo de violencia menos examinado en los países de bajos ingresos. Es importante observar que los encuestados no siempre eran conscientes de que en sus países se habían realizado encuestas nacionales de prevalencia.
En tales casos, durante el proceso de validación se compartió con los países la información acerca de la existencia de encuestas pertinentes. No obstante, es posible que se hayan pasado por alto encuestas existentes.
También cabe la posibilidad de que los países hayan clasificado una única encuesta como fuente de información sobre varias formas diferentes de violencia por ejemplo, violencia de pareja, violencia sexual, maltrato infantil o que hayan clasificado incorrectamente una encuesta realizada a pequeña escala como una encuesta nacional.
Discusión (Teoría vs. Datos)
En los paneles "Paz y desarrollo sostenible: Articulando las agendas del futuro" y "Paz y educación: El círculo virtuoso" los ganadores del Nobel enfatizaron que la labor de los jóvenes en el futuro será clave para la construcción de una paz "sostenible y sustentable en el mundo".
Los galardonados señalaron el año 2030 como fecha límite para "salvar el planeta ante la creciente dificultad de mantener y manejar los recursos que sostienen la vida en la Tierra".
"Si no cambiamos la forma de participar en el desarrollo de la sociedad y la biodiversidad, no tendremos un planeta que pueda sostenernos en el futuro", afirmó el embajador y representante permanente de Kenia ante las Naciones Unidas, Macharia Kamau.
Los ganadores del Nobel aseguraron además que los tres desafíos más importantes a los que se enfrentarán las futuras generaciones para mantener la paz mundial tienen que ver con el desarrollo sostenible, la protección del medioambiente y la erradicación de las armas nucleares.
"Existen 14.000 armas nucleares en nueve países y más de 2.000 sólo en Estados Unidos y Rusia listas para dispararse. Con la tensión que hay en el mundo hoy, la posibilidad de que se usen es muy grande", aseguró el director de la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear, Ira Helfand, representante de una organización laureada en 1985.
Para combatir ese peligro, los nobel aseguraron que la educación es clave en la intención de cambiar la "cultura de guerra" imperante en el mundo y sustituirla por una cultura de paz que se centre en los valores comunes de los seres humanos.
"La educación hará el mayor aporte al futuro de la humanidad, ya que le permitirá aceptar las diferencias que existen entre las comunidades alrededor del mundo mediante el respeto por el patrimonio y la cultura de los otros".
Conclusión
Concluyendo en lo que piensan algunos científicos radicales que insisten en que nunca comprenderemos la violencia si sólo nos fijamos en los genes o el cerebro de las personas violentas.
La violencia es un problema social y político, y no sólo un problema biológico y psicológico. No obstante, los fenómenos que llamamos «sociales» y «políticos» no son acontecimientos externos que afecten de forma misteriosa a los asuntos humanos como si se tratara de unas manchas solares; son interpretaciones compartidas entre los individuos en un determinado momento y un determinado lugar.
De modo que no se puede entender la violencia sin una comprensión general de la mente humana.
La lógica de la violencia confunde, porque se puede haber desarrollado en los sentimientos y los pensamientos que se le dedican. Es necesario hacerlo para desenredar el nudo de las causas biológicas y culturales que hacen de la violencia algo tan desconcertante.
Puede ayudar a explicar por qué las personas están preparadas para la violencia, pero actúan según tales inclinaciones sólo en unas determinadas circunstancias; cuándo la violencia es racional, al menos en cierto sentido, y cuándo es manifiestamente contraproducente; por qué es más frecuente en ciertos momentos y lugares que en otros, pese a no existir ninguna diferencia genética entre los actores; y, por último, cómo podríamos reducir y evitar la violencia.
El primer paso para entender la violencia es dejar de lado el rechazo que sentimos por ella, y hacerlo durante el tiempo suficiente para examinar por qué, desde el punto de vista personal o evolutivo, a veces la violencia puede resultar rentable. Para ello es necesario invertir la formulación del problema: no por qué se produce la violencia, sino por qué se evita.
Al fin y al cabo, la moral no entró en el universo con el Big Bang para luego invadirlo como si fuera una radiación de fondo. La descubrieron nuestros ancestros después de miles de millones de años del proceso moralmente indiferente conocido como selección natural.
Referencias
Girard, R. (1995). La violencia y lo sagrado. España: Ed. Anagrama.
Mackal, O. (1983). Teorías psicológicas de la agresión. México: Ed.Pirámide.
Martín-Baró, I. (2015). Violencia y agresión social. México: Ed. Alianza.
Megrargee, E. (1976). Dinámica de la agresión. México: Trillas.
Pinker, S. (2003). La tabla rasa, la negación moderna de la naturaleza humana. México: Ed. Paidos.
Rojas, M. (1995). Las semillas de la violencia. España: Ed. Espasa Calpe.
Trujillo, E. (2009). Aproximación teórica al concepto de violencia, avatares de una definición. México: Ed. UAM Xochimilco.